La alcachofa es una verdura, ocasionalmente utilizada como planta medicinal por sus propiedades como hepatoestimulante, diurético, colerético, hipocolestero-lémico y hepatoestimulante; siento como responsables de estos efectos los ácidos fenólicos.
Esta planta medicinal es muy segura y eficaz al tratar las disfunciones de la vesicular biliar, el hígado y los conductos biliares, además de los trastornos digestivos. Asimismo, la alcachofa ha demostrado que puede ejercer un importante efecto protector hepático gracias a sus factores antioxidantes, también es capaz de disminuir los niveles de grasas en la sangre.
La EMA -Agencia Europea del Medicamento- ha considerado su uso para aliviar síntomas de trastornos digestivos como la hinchazón, dispepsia y flatulencia.
¿Cómo reconocer la alcachofa?
Para reconocer esta planta sólo basta con prestar atención a sus singulares detalles, ya que es una inflorescencia formada por brácteas verdes, tiene forma de rosetón y parece una escama unida al tallo. Sus hojas externas tienen una composición fibrosa y dura, mientras que en su interior se ven tiernas y comestibles.
El tamaño de la pieza va unida a la variedad, oscilando entre los 12 o 8 centímetros de diámetro, siendo su peso variable entre los cien y cincuenta gramos.
En esta planta podemos observar muchísimos sabores, empezando por el rarísimo toque amargo que, al final, se convierte en dulce.
La alcachofa de calidad es conocida por ser pesada, compacta y redonda. Tiene un color verde claro, en muchas ocasiones brillantes, y sus brácteas externas se encuentran apegadas al resto del fruto. Las hojas pueden ser verdes sin necesidad de poseer machas pardas, a pesar de que las de invierno presentarían alguna como razón de las heladas, pero, nada de ello afectará la calidad del fruto.
El tamaño del fruto no influye en la calidad, pero es recomendable que se escoja uno que tenga el volumen promedio de la especie escogida.